domingo, 25 de noviembre de 2007

¡¡Están locos estos romanos!!

Los Romanos estaban un poco más locos de lo que Obelix creía, tal vez la imagen que nos han dado de los romanos es un poco liviana, lean estás palabras de Beatriz Labrador:

(...)La tolerancia a la pederastia, la crueldad de algunos castigos romanos o el omnímodo poder del padre sobre su descendencia, que provocó que el parricidio se estableciese como una "costumbre" relativamente frecuente.

(...) cuando nacía un niño en el seno del matrimonio, la matrona lo depositaba a sus pies. Si el padre lo recogía significaba que le aceptaba en la familia, pero si lo ignoraba prácticamente firmaba su sentencia de muerte.

El recién nacido era abandonado en la vía pública, donde solía perecer, o era recogido por los tratantes de esclavos, que lo alimentaban hasta poder venderlo. Eran los hijos "expuestos", los hijos expósitos. Ningún bebé con malformaciones se libraba de este destino, ni tampoco los que nacían en una familia con dificultades económicas. En algunas ocasiones, el recién nacido era rechazado por sospechas de adulterio.

Con el paso del tiempo, la relación paterno-filial se desarrollaba basada en un profundo respeto no exento de temor. El domine (la manera correcta de dirigirse al padre) tenía siempre la potestad de decidir la suerte de sus hijos.

Entre las costumbres cotidianas, algunas rarezas. Los romanos salían de casa con el pie derecho y colgaban escorpiones de sus ventanas para pinchar los ojos de los envidiosos. Enterraban a sus muertos a la orilla de las calzadas, decoradas con guirnaldas, para que los transeúntes admirasen sus tumbas y los muertos se mantuviesen al tanto de quién entraba y salía de la ciudad.

Ocultaban su calvicie con pelucas y postizos, mientras que ellas esperaban poder ver de lejos a la mujer del emperador, que era quien dictaba la moda, para copiar su peinado o su tinte de pelo, que generalmente solía ser rojo. Una sociedad chismosa, aficionada al libelo y, en algunos aspectos, decadente a nuestros ojos. Quizá en el fondo tenía razón Obélix y estos romanos estaban locos.

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